jueves, 20 de noviembre de 2014

UN INCÓMODO SENTIMIENTO DE ASCO

   
    Ya sé que la situación no es exclusiva de este ¿país? ¿nación? ¿estado? Pero aquí resulta bochornosa. Puede que haya otros en el mismo caso. Eso no consuela.
         Aquí con más o menos intensidad se da en todas partes. Y por supuesto no es algo que haya aparecido de repente. En mis setenta y seis años creo que estuvo siempre presente. Más o menos oculta, más o menos descarada, ahí estaba la corrupción.
         No hablo sólo de las pequeñas trapacerías del ciudadano medio, que estaban presentes en la mayoría de nuestra gente. Algo que dejamos sin pagar, que nos llevamos sin declarar, que ocultamos por miedo o por vergüenza. Naderías que no llevaban a ninguna parte. Si se llegaba a conocer pedíamos perdón y ya estaba.
         Se me ocurre pensar que algo tenía que ver con nuestra práctica religiosa. Como no éramos perfectos cometíamos faltas, pecados que se llamaban. Pero no era problema. Nos confesábamos y se acabó.
         ¿Será eso lo que a mayor escala permite que nuestros ¿prohombres/promujeres? cuando se les descubre un fallo en su actuación pública o privada pidan perdón  y sigan como siempre.
          Los llamados Reyes Católicos, que no cristianos, nos dejaron sin judíos. Felipe Segundo sin protestantes. Felipe Cuarto, ¿o fue el Tercero?, sin moriscos. Y así anduvo España. Sumergida en el caldo de cultivo de una confesión religiosa cuyo mayor interés era lo que tenía que ver con la punta de la barriga o con la impensable libertad religiosa. Lo demás era secundario. La corrupción reinaba.
           Ahora cuando las cosas se dicen, a medias pero se dicen. Cuando una supuesta democracia ¿gobierno del pueblo? nos preside. Cuando la prensa juega a dejar ver un poquito de lo que hay. Cuando unos pocos controlan todo aunque siempre figuren testaferros. Empezamos a hablar de pensar que a la larga hay que cambiar todo. Basta de casta. Venga la transparencia. Justicia para todos. Palabras.
           No lo van a permitir. Pedirán perdón como siempre, cambiarán de camiseta como siempre (las chaquetas las tienen gastadas de tanto cambio) y recibirán la bendición correspondiente.
            Nosotros nos tragaremos lo que venga, lo que manden. Y hasta les votaremos 
            Los mejores, los que pueden, se van. 
            Aquí seguiremos mintiendo, robando, engañando...y pidiendo perdón después.




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