Ante todo, perdón.
Ha sido un largo paréntesis de silencio.
Siento haber defraudado a los que aún me leíais. Tres o cuatro valientes. Vuelvo con la esperanza de encontrar todavía algún alma caritativa que se digne perder un poco de su tiempo con mis elucubraciones. Os cuento:
Lejos de las rutas turísticas habituales viajé a la Grecia de los antiguos ritos. Sin gente alrededor, ni visitantes, ni guías. Nadie busca esos sitios, afortunadamente.
Eleusis al final de la Via Sacra partiendo del corazón de Atenas. Allí se abría la caverna de Hades para el ir y volver de Perséfone. Alguien pone una granada sobre la losa central cuando es el tiempo.
Necromantion, tras recorrer el laberinto por el bosque junto al río Aquerón, se desciende al antro para ver en los surcos del suelo lo futuro.
Dodonis a escuchar como el viento cuenta lo porvenir entre las hojas del roble milenario.
Y Parga, Igumenitsa, Joannina, Leucade, Kefalonia. ¿Viaje iniciático? Muy, muy gratificante.
Al final, en un barco cochambroso, Ítaca, la pequeña isla verde en medio del mar turquesa. Plenitud. Junio del 2016.
¡Terminé de escribir mi novela! Incluso me atreví a mandar una propuesta editorial a ... Un comité de lectura prestigioso me pidió leerla. Mandé el original. Esperé seis meses como estaba prescrito y al cabo reclamé noticias. Rechazo. Pedí la devolución y estoy esperando me llegue por correo normal.
Claro que decepcionado. La novela me gusta, creo que merecen la pena sus seiscientas y pico páginas. Y vuelvo de Ítaca a vosotros, si aún permaneceis mis lectores para ofrecerosla.
Propongo un pacto. Yo me comprometo a incluir al final de cada entrada una parte, capítulo o lo que fuere, de "EXILIO, un tríptico español" hasta completarla. Serán bastantes días. Vosotros me ayudais a divulgar la página. Si al final he conseguido un millar de lectores la incluiría completa en un adjunto.
Lo importante es que se lea. A mi edad es lo más gratificante.
EXILIO. UN TRÍPTICO ESPAÑOL"
PROEMIO.-Escrito tras haber sido terminado el discurso completo,
por sugerencia de don Diego de Hoyos, mi escribiente, para justificar la
situación en que me hallo, así como las razones del mismo. Ítem más presentar
mi persona y circunstancias, las razones de la narración y la forma y mano con
que se ha hecho.
Yehí Ratzón.
¡Cúmplase Tu Voluntad!
Yo, Rubén bar
Nabá bar Arám ben Hasday, judío sefardí de la tribu de Judá, de la familia de
Hasday ibn Shaprut, oriundo de la ciudad de Jaén en Sepharad, habitando en
Istambul bajo la protección del Gran
Sulaymán Al Qanuni, a quien Dios
guarde.
Siendo el año de novecientos
treinta y dos de la Hégira ,
mil y cuatrocientos ochenta y cuatro de la Diáspora tras el expolio de Ierusalaim, mil
quinientos cincuenta y cuatro del calendario cristiano.
Habiendo vivido
sesenta y ocho años. Comprendiendo que el final de mi destierro en este mundo
está próximo. Comprada la perla que ha de encerrar mi boca. Preparado el cojín
con tierra virgen en que reposará mi cabeza ese día. Hago escribir la historia
de mi vida.
Que mis hijos, los hijos de mis hijos, los
hijos de éstos y los que después vinieren, conozcan la causa y el motivo de
nuestra permanencia en la ciudad de Istambul, en otro tiempo conocida como
Constantinopla y Bizancio, siendo nuestro lar Jaén en Al Ándalus. La Sepharad , que otros
llaman Hispania.
Así mismo pretendo sean conocidas las
vicisitudes por las que hube de pasar hasta llegar aquí, tras el desgraciado
edicto de los reyes de Castilla y Aragón expulsándonos de la tierra en la que
nuestros antepasados habían vivido desde la más remota antigüedad.
Ítem más la historia de mis antecesores, para
dejar constancia de mis orígenes y estirpe a fin de que, en su día, puedan
reclamar, si ello fuere posible, lo que, contra todo derecho, nos fue
arrebatado.
Por mano de mi
escribiente, el castellano Diego de Hoyos y Altamira, liberado de la esclavitud
mediante compra. Firmada ante el Cadí el acta de libertad, que entrego en el
día de hoy, último del mes de Nisán.
Teniendo
residencia en esta ciudad de Istambul
bajo la protección del muy poderoso Sulayman Al Qanuni, Señor del Grande Imperio de Oriente, Vencedor en Las
Batallas, Guardián de la
Sagrada Puerta y Conquistador del Mar. Cuyas bondades para
el pueblo de Israel no tienen fin. Él,
Yahvé lo tenga en su cuenta, ha permitido reconstruir la Sinagoga y hecho posible
que nuestras plegarias sean dichas al pie mismo del muro del que fuera templo
de Ierusalaim. Colme el Altísimo sus años de bienestar y líbrele de
adversidades por tantas bondades como él ha tenido a bien conceder a nuestro
maltratado pueblo. Únanse nuestras plegarias a las de todos los que en sus
vastos dominios agradecen al Omnipotente habernos dado tan grande Señor y Padre
Amadísimo.
Por consejo de
don Diego uso la numeración de años a partir del nacimiento del Nazareno, más fácil de entender para cualquiera que
esto leyere. Por lo mismo se escribe en romance español; no en árabe ni hebreo,
lenguas más próximas a mi pueblo. Nunca he renunciado a la lengua de Sepharad,
soñando con retornar algún día si el Clemente tiene a bien enjuagar las
lágrimas de su pueblo en el exilio. Agrupo mis recuerdos por capítulos,
intitulando cada uno según los acontecimientos en ellos narrados.
Al serme leídos, tengo constancia de repeticiones e inseguridades
en modo alguno achacables a la habilidad del escribiente y si a la torpeza de
este anciano. Espero sean mis descendientes benevolentes con ellas así como con
los errores que hubiera podido cometer. Sean achacados a la senil memoria de
este anciano que llora en el exilio la dureza de sus perseguidores pese a las
bondades del Clemente Señor Sulayman a cuya protección tanto debemos yo y los
míos.
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