sábado, 16 de junio de 2012

Un hermoso cadaver

            Clasificando fotografías, hacemos tantas ahora que no hay por qué revelarlas, me encontré esta belleza.
           Es un árbol muerto.
           Durante años lo habíamos visto decaer. ¿Fueron las obras de la carretera las causantes? ¿Quien sabe?
          Había sido, no la recuerdo viva, una encina crecida en medio de un campo cualquiera, al lado de un camino cualquiera entre las serranías de Jaén
          Pasábamos junto a ella varias veces al año. Durante más de cuarenta. ¿La veíamos? Creo que no. Sólo un día, al cabo del tiempo, alguien dijo desde el coche.
-- ¡Que pena, ese árbol se está secando!
         Debió ser entonces cuando nos dimos cuenta de que la habíamos visto durante años y años sin percibirla. Desde ese día, aún duró cuatro o cinco más, constatábamos el estado de la moribunda al pasar.
--¡Ya sólo tiene hojas en la derecha!
-- ¡Fíjate aún puede renacer!
-- ¿Se le ve alguna hoja?
-- Quizá rebrote.
         O frases semejantes. Nos interesábamos por ella.
         Y un día, no recuerdo la estación, comprendimos que había muerto. Salimos de la carretera para comprobarlo, hicimos esta foto y seguimos viaje.
         Hemos seguido pasando junto al cadaver varias veces al año, como siempre. Ahora sí nos fijábamos.
         Se iba deteriorando poco a poco. ¿Las termitas? ¿Los hielos? ¿El estío? O todo junto. Esta vez una rama desgajada, la otra una parte de la corteza desprendida. Y una vez al pasar, hace de ello muy poco, no había ni restos. Supusimos que alguien había retirado la leña seca.
        Marta pintó en un lienzo con oleo algo entre la fotografía y el recuerdo. Ahí está en la subida de la escalera.
      Y allí, en el campo, donde otrora estuvo, miramos al  pasar, ahora sí, el hueco.

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